A continuación vamos a tratar las artes plásticas, pues ya hemos comentado la Arquitectura relacionada con el mundo funerario.

Lo que nosotros denominamos “arte” en relación con la escultura, la pintura y los relieves, para los egipcios era otra cosa. Ellos no tenían el concepto de obra de arte para ser contemplada y provocar emociones en el espectador, sino que todas sus manifestaciones “artísticas” estaban encaminadas a un fin religioso y funerario. No se buscaba la belleza, sino la utilidad en las imágenes.

Los egipcios daban a estas imágenes el mismo sentido mágico que a la escritura, haciendo que cobrara vida lo representado. Por ejemplo, los relieves que vemos en las tumbas con imágenes de la vida cotidiana, eran una realidad ideal en la que iba a encontrarse el difunto en el más allá, y las de origen religioso reflejaban ceremonias que debían realizarse y repetirse después de muertos. Este fin práctico les llevaba a emplear una serie de códigos de representación o reglas, que dejaran claro lo que aparecía en ellas.

La pareja bebiendo agua de un estanque. Tumba de Neferrenpet. Reino Nuevo. Tebas

Códigos de representación en relieves y pintura

Los egipcios no empleaban la perspectiva como nosotros la conocemos, desde el ángulo en el que contemplamos algo. Ellos representaban las cosas en toda su integridad, con todos los elementos posibles, ya que al cobrar vida, debían estar completas.

Por ejemplo, si vemos un estanque, aparecerá el dibujo plano visto desde arriba, y los árboles o personajes según una vista frontal, así se percibían todos los elementos de la escena, es decir, de una manera muy parecida a cómo dibujan los niños pequeños. Este tipo de vista se llama “aspectiva“.

Estanque con árboles y peces representado en la tumba de Rejmira. Reino Nuevo. Tebas

 

Si habéis visto alguna pintura egipcia o relieve, os habrá llamado la atención que las personas siempre aparezcan de perfil, en posturas parecidas. Todo tiene una explicación:

Como se trataba de reflejar la totalidad de lo representado, la cabeza se dibujaba de perfil, excepto el ojo que se mostraba de frente, así se percibía claramente la cabeza. Los hombros también se dibujaban de frente para apreciar los dos, el pecho de perfil, probablemente para distinguir las figuras femeninas de las masculinas. La cadera se mostraba de semiperfil y las piernas y pies completamente de perfil.

El estómago se ponía a medias entre lo frontal y el perfil para facilitar la transición a las piernas y nalgas, de perfil. Los brazos podían estar de frente o perfil, según las posturas, pero las manos siempre aparecían de frente para incluir todos los dedos. Los pies solían ir de perfil, al principio sin distinguir el izquierdo del derecho.

Aunque este tipo de representación es la más habitual, hay casos en los que sí representaron figuras de frente, pero como no tenían práctica, no son tan perfectas.

Tumba de Senedyem. Reino Nuevo. Tebas Mujeres músico en la tumba de Nebamun. Reino Nuevo. Pintura en el Museo Británico

Para dibujar las figuras y que la altura y la proporción de las mismas no resultara deformada, los egipcios utilizaban un truco. Antes de realizar el dibujo final, hacían 14 o 18 cuadrículas (dependiendo del periodo) en las que debían encajar las distintas partes del cuerpo. Si nos imaginamos las cuadrículas en vertical, la cabeza desde el nacimiento del pelo hasta el arranque de los hombros ocupaba 2 cuadrículas, desde los hombros hasta el ombligo 6; del ombligo a las rodillas 5 y de las rodillas hasta la planta de los pies 5. Después de haber dibujado el contorno, se coloreaba y la cuadrícula quedaba oculta a la vista. Este sistema de proporciones sse denomina “canon

Cánon de proporción. Tomado de: https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Canon_of_proportion._(1902)_-_TIMEA.jpg

Otra cosa que conviene que sepáis es que muchas veces las escenas de una pared reproducen distintas fases de lo que están realizando, como si fuera un cómic. Si entráis en la ficha nº 10 podréis ver algún modelo. Por ejemplo, podían mostrar la elaboración del vino paso a paso en diversas viñetas, desde la recolección, el pisado de la uva y la fermentación, hasta la introducción en vasijas.

Recogiendo la uva. Tumba de Najt. Reino Nuevo. Tebas. Pisando la uva. Tumba de Najt. Reino Nuevo. Tebas.

 Los artistas no firmaban sus obras, sólo en casos muy contados encontramos sus nombres o sus figuras las pinturas o relieves.

En la escultura sí podemos apreciar las tres dimensiones, aunque las figuras suelen tener poco movimiento y representan al individuo de forma ideal.

Egipto nos ha proporcionado muy pocas imágenes de gente mayor o tullida porque querían ser en el más allá fuertes y perfectos. Tampoco es frecuente encontrar muestras de afecto, tal y como las reconoceríamos hoy en día. Sólo en un momento concreto de la historia de Egipto, cambian los modelos. Esto ocurre bajo un rey del Reino Nuevo llamado Ajenatón, el cual no sólo instauró el culto a un único dios, rechazando a casi todo el resto de divinidades, sino que también comenzó a representarse de forma especial, acompañado de su esposa e hijas, en escenas de la intimidad familiar.

Los colores

Los egipcios también empleaban códigos de color con un simbolismo conectado con lo divino. Por ejemplo, el amarillo era el color del oro, el blanco el de la plata, el azul del lapislázuli, el verde de la turquesa y el rojo de la cornalina, y todos ellos formaban parte de la imagen de un dios, pues pensaban que los dioses tenían la carne de oro, los huesos de plata, el pelo de turquesa (o lapislázuli) y la sangre de cornalina.

El oro no se estropeaba nunca, por eso lo asociaron con la inmortalidad y por eso también algunas tumbas se pintaban con un fondo amarillo. Asimismo, lo veían como un símbolo de la luz solar, dorada.

Tumba de Thutmés IV. Reino Nuevo, Valle de los Reyes. Tebas.

Además, el rojo era la sangre y el fuego, pero también era el color del desierto; el azul claro era el cielo durante el día y el oscuro durante la noche, aunque también era el color del Nilo; el verde era la vegetación y la regeneración; el blanco la pureza (relacionado con la luna y el renacimiento) y el negro la fertilidad, porque era de mismo color del limo que se depositaba en las orillas del Nilo al retirarse la crecida, y también se relacionaba con el Mundo de los Muertos.

A la hora de representar a las personas, los colores también tenían un claro significado. La piel de los hombres era rojiza, la de las mujeres amarilla o anaranjada. Se piensa que se hacía así porque el hombre se dedicaba a tareas en el exterior, mientras la mujer pasaba más tiempo dentro de la casa, menos expuesta al sol.

Diferencia de color en el tono de la piel del hombre y la mujer. Tumba de Najt. Reino Nuevo. Tebas.

 Los artesanos egipcios adquirieron una gran destreza en la elaboración de los pigmentos, prueba de ello es que hoy en día todavía podemos contemplar algunas de sus pinturas con los bellos colores que emplearon hace… ¡miles de años!

El arte como “documento histórico”

Aunque algunas de las imágenes que vemos en relieves y pinturas reflejan una realidad “idealizada”, pues se trataba de la vida en el Más Allá, gracias a ellas conocemos las costumbres y la vida cotidiana de los antiguos egipcios.

Cosechando. Tumba de Najt. Reino Nuevo. Tebas

Por ejemplo, en muchas escenas de las tumbas vemos a los campesinos trabajando la tierra, fabricando pan o cerveza, a los obreros construyendo edificios, etc. En los templos también podemos contemplar las escenas de culto a los dioses, los festivales religiosos o escenas de batallas.

Escena de batalla. Templo de Ramsés III. Reino Nuevo.  Medinet Habu. Tebas

Como os hemos explicado antes, en general estas escenas no reflejan la realidad al cien por cien, sino que la plasman como ellos deseaban que hubiera sucedido. Aún así, por supuesto que nos sirven para saber con bastante seguridad cómo realizaban las actividades agrícolas, los edificios, los templos, las armas que empleaban, el vestuario y muchas cosas más. Los antiguos egipcios no mentían, pero sí modificaban ligeramente la realidad porque así lo que ellos deseaban que ocurriera se hacía real.

Es decir, lo que llamamos “arte egipcio” nos acerca a estas personas que vivieron hace miles de años, haciéndonos ver que su vida no se diferenciaba tanto de la nuestra, salvando los avances técnicos: trabajaban, hacían fiestas, protegían a sus hijos

  

Textos: Elisa Castel y Helena Oliver

Fotografías: Teresa Armijo, Elisa Castel, Miguel Gamero, Antonio Lobo, Helena Oliver, Francisco Pérez Vázquez, Cristina Pino, Rosa Pujol, Jaume Vivó, SoloEgipto.

Para el resto de imágenes, las citadas en los pies de foto.