Los faraones tenían algunos símbolos que servían para demostrar su poder. Con ellos les vemos en muchas estatuas y relieves. Algunos eran antiguos utensilios de pastor que luego se sacralizaron al emplearlos el faraón y convertirse en insignias reales. Cuando él los usaba podían ser de madera dorada y adornarse con piedras semipreciosas. Los sujetaba con sus manos, cruzándolos delante del pecho para demostrar que era el rey y que era muy poderoso.

En las manos llevaba un cetro llamado “heqa”, que era similar al cayado que llevaban los pastores.

El otro cetro era un flagelo o mayal que ellos llamaban “nejej”. Era parecido a un espantamoscas o a un látigo que los ganaderos hacen sonar para conducir al ganado o para desgranar los cereales, pero su significado no está claro.

Estos dos cetros simbolizaban el poder real.

Cayado y mayal. Tomado de:

 https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Crook,_flail,_and_sekhem.jpghttps://mx.depositphotos.com/71439579/stock-illustration-crook-and-flail-of-ancient.html

Otro emblema real era una barba falsa que llevaban trenzada bajo la barbilla y que se sujetaba con una cinta por detrás de la cabeza, que se ataba en la nuca. Cuando al rey se le representaba vivo, la barba era recta, pero si se le representaba cuando ya había muerto, la punta de la barba se curvaba hacia arriba.

Estos emblemas eran necesarios porque el faraón no se vestía de una forma especial, podía llevar faldellines, túnicas o vestidos, es decir que seguía la moda (no se usaban los pantalones). Por eso los cetros y otros símbolos reales eran los que le distinguían de los demás, haciéndole especial y poderoso.

Cuando los faraones llevaban un faldellín, se ponían una cola de toro o de león colgada por detrás porque ese era otro símbolo de su poder y su fuerza.

Pero quizá el símbolo más importante es el que llevaba en su frente. Allí se colocaba la reproducción de una cobra en postura de ataque y a veces también una cabeza de buitre. Este símbolo era una protección, ya que la cobra era su amiga y si el rey se veía amenazado, gracias a la magia, se hacía realidad y escupía un veneno que quemaba tanto como el fuego a quien quisiera hacer daño al rey. Al mismo tiempo, la cobra era el emblema del sur de país. El buitre también era un símbolo positivo, representaba la parte norte de Egipto. Así que con todas estas cosas el faraón mostraba que era el rey del norte y del sur, es decir de todo Egipto, unificado y en paz.

Faraón Thutmés III. Reino Nuevo. Museo Británico

 Otra forma de hacer saber a todos que el país estaba unido bajo el mandato de un único faraón era atando con un fuerte nudo las dos plantas simbólicas y heráldicas del norte y del sur, el papiro y el loto, a un poste central que llamaban Sema (ver ficha: Flora y fauna de Egipto). En los relieves vemos al dios Hapy, del que os hablamos cuanto tratamos el Nilo, repetido dos veces haciendo esta acción.

Las coronas y las joyas

Un faraón tenía muchas coronas. Las más usadas eran la corona blanca del Alto Egipto y la corona roja del Bajo Egipto; es muy fácil distinguirlas. 

La corona blanca tenía forma troncocónica y demostraba que el faraón gobernaba el Sur. Y como es una corona alta, este truco os puede servir para recordar que era la que encarnaba al Alto Egipto, es decir, al Sur. Esta corona estaba protegida por una diosa que ya conocéis, la diosa buitre Nejbet.

La corona roja es más bajita y casi tiene la forma de una silla, en la parte delantera tiene una especie de espiral. Esta corona estaba protegida por la diosa Uadyet, que era la que protegía el norte del país. Como antes, al ser baja, os sirve para recordar que era la que representaba al bajo Egipto o lo que es lo mismo, al norte.

Ambas coronas podían encajarse una dentro de la otra, formando una doble corona, para así demostrar que el faraón reinaba tanto en el norte como en el sur.

De izquierda a derecha: corona blanca, corona roja  doble corona. Tomada de: https://dumielauxepices.net/wallpaper-1061219

Otras veces el rey llevaba una corona de color azul, llamada “jeperesh”. Antes se pensaba que era la que empleaba cuando realizaba acciones militares, pero ahora sabemos que era una corona ceremonial que llevaba cuando hacía algunas ofrendas a los dioses o en algunas ceremonias.

Ramsés III con la corona Jeperesh. Tumba de Ramsés III en el Valle de los Reyes. Tebas

Así mismo, el faraón también podía usar un pañuelo de tela a modo de tocado o el “nemes”. Seguro que lo habéis visto muchas veces porque siempre aparece en las películas que nos cuentan historias del antiguo Egipto. Con él se cubría toda la cabeza y le caía por los hombros. Por detrás se ataba con un nudo para ajustarlo a la cabeza. Este pañuelo era de lino blanco o amarillo, teñido con bandas horizontales de color azul. Como pesaba poco, para que no se cayese se ajustaba con una diadema en la frente que llevaba, igual que antes, una cobra y un buitre.

El faraón tocado con un nemes. Tumba de Ramsés I en el Valle de los Reyes. Tebas

El pueblo no veía al faraón con frecuencia, sólo en algunas fiestas y no podían mirarle directamente a la cara, pero aunque fuera de refilón, debía ser impresionante verle  aparecer con sus coronas, sus cetros y sus joyas, porque sí, los faraones llevaban pulseras, collares y pendientes… ¡algunos tan bonitos que no llamarían la atención si alguna de vuestras madres se los pusieran!.

Las joyas de los más ricos eran de oro y de plata y se adornaban con piedras semipreciosas o cristales coloreados que las imitaban, mientras que las de los más pobres se hacían con barro cocido. Estas joyas las llevaban los vivos, pero también las colocaban sobre sus momias, para que les protegieran porque los dibujos y lo jeroglíficos que tenían se podían leer y eran mágicos.

 

Textos: Elisa Castel y Helena Oliver

Fotografías: Teresa Armijo, Elisa Castel, Miguel Gamero, Antonio Lobo, Helena Oliver, Francisco Pérez Vázquez, Cristina Pino, Rosa Pujol, Jaume Vivó, SoloEgipto.

Para el resto de imágenes, las citadas en los pies de foto.