Por Uroš Matić, para Friends of ASOR. Vol V. nº2

La violencia y el género estaban estrechamente relacionados en el antiguo Egipto, al igual que en otras sociedades antiguas y contemporáneas. Los sistemas de género que implican una asimetría en las relaciones de poder entre hombres y mujeres se sustentaban, entre otras cosas, en la violencia tanto física como simbólica.

Los textos sabios y literarios del antiguo Egipto legitiman la dominación del hombre sobre la mujer, dan consejos sobre las limitaciones de la mujer, pero también recomiendan evitar a las mujeres extrañas o adúlteras. Las Máximas de la V Dinastía de Ptahhotep, por ejemplo, aconsejan:

Cuando prosperes y fundes tu casa, y ames a tu mujer con ardor
Llena su vientre, viste su espalda,
El ungüento alivia su cuerpo.
Alegra su corazón mientras vivas,
Ella es un campo fértil para su señor.
No te enfrentes a ella en la corte,
Mantenla alejada del poder, refrénala…
Su ojo es su tormenta cuando mira-
Así harás que se quede en tu casa.

Pero las Instrucciones de AnJsheshonq del siglo I a.C. sugieren “No tomes para ti a una mujer cuyo marido esté vivo, no sea que se convierta en tu enemigo”.

Los textos literarios del antiguo Egipto presentan a las mujeres adúlteras como figuras centrales que alteran el orden social y que acaban siendo castigadas con una muerte violenta. Por un lado, estos relatos servían de advertencia y mecanismo regulador; por otro, son ejemplos de violencia simbólica: “hay que culpar a las mujeres”. Sin embargo, los textos jurídicos indican en realidad que tanto los hombres como las mujeres cometieron adulterio, pero también que tanto los hombres como las mujeres cometieron violencia. La violación, en cambio, rara vez se denunciaba. Las pruebas del Egipto ptolemaico y romano indican que el estatus también desempeñaba un papel importante en la configuración de las relaciones de género y la violencia.

Las fuentes textuales indican un predominio general de la violencia cometida por los hombres contra las mujeres. Pero es difícil investigar hasta qué punto reflejan realmente la realidad del pasado. La antropología física pasa aquí a primer plano. Los análisis de las pruebas físicas de los traumas en los huesos antiguos, las diferencias en los marcadores esqueléticos del estrés laboral y el estado de salud, indican realmente una menor esperanza de vida de las mujeres que de los hombres en el antiguo Egipto.

Por supuesto, las diferencias de clase también desempeñan un papel importante, ya que los restos óseos de las mujeres de la élite no muestran los mismos patrones que los de las mujeres de clases inferiores. Por ejemplo, en un estudio de 271 esqueletos de los cementerios del Reino Antiguo en Giza, la mayor incidencia de fracturas óseas se produjo en los trabajadores masculinos (43,75%), mientras que las fracturas óseas se produjeron en el 20,73% de los altos funcionarios masculinos. Las fracturas óseas se produjeron en el 26,41% de las trabajadoras y en el 16,66% de las mujeres de la élite. Pero algunas de las violencias cometidas contra las mujeres, como las palizas y las violaciones, atestiguadas en los textos, no pueden reconocerse claramente en los esqueletos. De hecho, la mayor parte de la violencia física no deja huellas en los huesos. Cuando se detectan tales huellas, se trata en realidad de las formas más extremas de violencia.

El género de la violencia era predominantemente masculino, pero eso no significa que las mujeres no cometieran violencia; numerosos textos jurídicos hacen referencia a mujeres que cometen diferentes actos de violencia. Un caso interesante del género de la violencia es el de las diosas atestiguadas en el contexto de la guerra que proporcionan protección al rey. Estas diosas no sólo están armadas con sus poderes divinos, con los que ayudan al rey a derrotar a sus enemigos, como atestiguan las fuentes textuales, sino que también se las suele representar con el pene erecto. Las diosas violentas se describen a menudo siendo a la vez femeninas y masculinas. Asimismo, al igual que los reyes golpean o pisotean a los enemigos masculinos, las reinas golpean o pisotean a los enemigos femeninos. Hatshepsut, un rey femenino, es…

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