Artículo de Jaume Vivó

En casi todas las colecciones de antigüedades egipcias que se conservan en museos y colecciones privadas de todo el mundo se encuentran unos objetos de barro cocido, normalmente de forma cónica, que tienen en su base una estampación compuesta por textos jeroglíficos de carácter funerario (fig. 1).

Estos objetos, quizás por su tosco aspecto y apariencia no demasiada atractiva, –la mayoría de veces no están siquiera expuestos en las vitrinas de estos museos–, quedan relegados a ocupar simplemente un espacio en los almacenes de la institución en cuestión[1]. En otros casos, de las varias docenas de ejemplares distintos que se conservan, únicamente es posible para el visitante contemplar uno o dos ejemplares expuestos en sus vitrinas[2], con la única y escueta mención de: “conos funerarios”. Hay que destacar que muchas veces, son los museos más modestos, quizás por la escasez de piezas de gran prestigio, los que exponen más ejemplares, aunque siempre está la excepción, y museos con grandes colecciones de arte egipcio como pueden ser el Museo Egizio de Turín o el Metropolitan Museum de Nueva York, exponen en sus vitrinas la casi totalidad de este tipo de piezas.

 

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